viernes, 23 de julio de 2010

El nacimiento del castellano

Los árabes cambiaron en muy poco tiempo el rostro de España; pero los parientes del rey Rodrigo, y los miembros de la nobleza visigoda, partidarios suyos, que precipitadamente huyeron a las montañas de Asturias, muy cerca del Cantábrico, no vieron con agrado ese cambio de rostro.
En el siglos siguiente, Ordoño I (850-866) cuya corte estaba en Oviedo, pudo reconquistar de manera más firme los territorios situados al sur mediante una “repoblación” sistemática. Repobló a si la ciudad de león, como dice una de las primitivas crónicas latinas: “en parte con sus gentes y en parte con gentes traídas en España”. Sus gentes eran los habitantes de Asturias y de la vecina Galicia, regiones que en casi no estuvieron los moro; y las “gentes traídas de España” eran simplemente los mozárabes, los cristianos a quienes poco a poco se iba “rescatando”, para esos reyes primitivos España era un país extranjero.
Los documentos que nos han llegado de los primeros siglos están escritos de un latín “de notario” bastante irreal, pero permiten entrever ese carácter conservador de la lengua vulgar.
Navarra había sido desde la época navarra un territorio de lenguas vasca, donde el último enclave de romanidad era la modesta cuidad de Pampelone (Pamplona).
En la época visigótica, la región de Cantabria no había sido literalmente nada mas que el punto de confluencia de tres de las viejas provincias o divisiones administrativas romanas: la Galecia, la Tarraconense y el Cartaginense.
Tras la muerte violenta del último de los condes (1029), castilla recayó en Sancho el Mayor de Navarra, que se la dejo en herencia a si hijo Fernando al mismo tiempo que le dejaba Navarra al otro hijo, García. Fernando no fue ya conde, sino “rey” de castilla.
Rodrigo Díaz, llamado mío cid o quizá mas bien meu cid por los mozárabes que en árabe significa “mi señor” les quito valencia a los moros en 1094, pero muerto 5 años después su viuda Jimena tuvo que devolverla a sus antiguos ocupantes.
El hecho es que los castellanos vinieron a ser, poco a poco, los reconquistadores por excelencia: en 1085 Alfonso VI se adueño de la gran ciudad de Toledo y en 1212 Alfonso VIII, ayudado por Franceses y navarro-aragoneses, abrió para castilla las puertas de la riquísima Andalucía derrotando a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa.
Las acciones bélicas de Castilla han sido comparadas con una cuña que, martillada desde el norte, fue penetrado mas y mas en el sur, empujando a la ves hacia este y oeste.
Desde el punto de vista lingüístico fue el castellano una cuña que empujo con fuerza hacia abajo y a los lados, hasta crearse en espacio anchísimo, totalmente desproporcionado a su inicial insignificancia.
Antes de mencionar las peculiaridades del castellano frente a las demás hablas ibero romances es útil hacer algunas observaciones en cuanto a la pronunciación de los sonidos que existieron en la edad media y que han dejado de existir o han sufrido alteraciones en español moderno, debido a cambios que ocurrieron sobre todo entre la segunda mitad del siglo XV y los comienzos del XVII.
H: actualmente la h de herir y de alhelí es muda, equivalente a cero; en castellano antiguo era un sonido en toda regla: esas palabras se pronunciaban JERIR y ALJELI.
X: las palabras xabon “jabón” quexa “queja” y box “boj” se pronunciaban SHADON, KESHA Y BOSH, con sh inglesa.
G (ante e, i) y j: las palabras gentes y consejo se pronunciaron en un primer momento DYENTES, CONSEDYO.
Z: la pronunciación de azada era ADSADA. El elemento D indica la z de azada es la contraparte sonora de la c sorda de cerca: al pronunciar de d, la laringe vibra, como puede comprobarse tocando con los dedos la garganta.
V: en el autentico romance castellano, esta letra nunca representó el sonido labiodental que se oye en el italiano viviré el francés vivre.
Hace 1,001 el castellán era un pequeño dialecto arrinconado en la mal romanizada Cantabria.
La pronunciación de la f como h no era sino una de las “incorrecciones” del dialecto castellano.
El dialecto castellano fue en verdad una cuña que encendió lo que había sido una masa bastante compacta de madera lingüística.
Hay ciertos indicios de que los glosadores de San Millán y de Silos contaron con la ayuda de un diccionario ya existente. En todo caso poniendo en orden alfabético las glosas se obtiene un pequeño vocabulario latín-romance.
Las escrituras de los glosadores es de algún modo comparable con la de los anglohablantes y francohablantes escolarizados que automáticamente utilizan una ortografía “histórica” muy alejada a menudo de la realidad actual de la lengua.
Nuestra lengua hace 1,001 años era una de las variedades dialectales del romance hispano que se hablaban en el norte cristiano, desde La Coruña hasta hasta Lérida.
El castellano, por decirlo así, “se salió de su lugar” y se derramo por España.
Desde el punto de vista lingüístico, las peregrinaciones de Compostela y la entrada de los clunicenses trajeron varios resultados. El más importante fue que se depuro la latinidad de los documentos españoles, con lo cual se derribo el puente cada vez más falso que el degenerado latín de notarios y clérigos ignorantes ponían entre la lengua culta y la vulgar.




BIBLIOGRAFIA

 Los 1,001 años de la Lengua Española, Antonio Alatorre, Tezontle, c1979, México. Capítulo VI, pág. 91-112.

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