viernes, 23 de julio de 2010

Historia de Portugal (1112-1279).

El origen de Portugal, como un estado independiente, se remonta a la Reconquista de la Península Ibérica. Durante el siglo XI, caballeros cruzados de toda Europa llegaron a la península para ayudar a los reyes de los reinos de Castilla, León y Aragón en su lucha contra los musulmanes. Entre esos aventureros se encontraba Enrique de Borgoña, un guerrero ambicioso cuya madre era catalana y quien, en 1095, se casó con Teresa, la hija natural de Alfonso VI, rey de León. El condado de Portugal, que habían vencido a los musulmanes durante campañas entre los años 1055-1064 se incluyó dentro de la dote de Teresa. Enrique gobernó como vasallo de Alfonso VI, el cual murió en 1109 dando todos sus territorios a su hija legítima Urraca, lo que provocó la invasión de Enrique para añadir León a sus dominios como vasallo.
Tras tres años de guerras contra Urraca y otros rivales por el trono de León, el Conde Enrique murió en 1112, dejando a su viuda Teresa al frente del gobierno de Portugal, mientras durara la minoría de edad del infante Alfonso. El pequeño condado sólo se extendía hasta la localidad de Mondego.
Teresa continuó con la lucha contra su hermanastra y soberana Urraca entre 1116 y 1117, así como en 1120. En 1121 fue asediada en Lanhoso y capturada. Estableciéndose una paz, negociada por los arzobispos de Santiago de Compostela y de Braga, unos eclesiásticos rivales cuya riqueza y poder militar les permitían dictar órdenes. Entre ambos arzobispos existía una gran rivalidad, ya que ambos luchaban por ser el primado de "todas las Españas" y su antagonismo tenía alguna importancia histórica ya que fue el que creó las tendencias separatistas entre los portugueses. Sin embargo, la lucha fue suspendida temporalmente porque ambos, virtualmente príncipes dentro de sus territorios, tenían razones someterse a la autoridad de Urraca. Se pactó que Teresa fuera liberada y continuara gobernando en su condado como un feudo de León, enmarcado dentro del Reino de Galicia.
Durante los cinco siguientes años, compartió riquezas y títulos con su amante Fernando Pérez, conde de Traba, a pesar de la desaprobación de su hijo, el arzobispo de braga y muchos nobles, la mayoría de ellos caballeros y aventureros extranjeros. En 1128, después de que su poder fuera revocado en otro conflicto con León y Castilla, fue depuesta por sus propios súbditos y marchó con su amante al exilio. Murió en 1130.
Alfonso, que se convirtió en Conde de Portugal en 1128 fue uno de los héroes de los romances medievales; sus expolios fueron relatados por trovadores por toda la Europa sur occidental, e incluso en África ibn Errik "El hijo de Enrique" era conocido y temido. Los anales de su reino están difuminados por una gran cantidad de leyendas, entre las cuales se debe incluir el nombramiento de cortes que se celebraron en Lamego en 1143.
Alfonso estaba ocupado en todas sus fronteras luchando contra sus vecinos cristianos y musulmanes. Doce años de campañas en la frontera con Galicia terminaron en 1143, mediante la Paz de Zamora, en la cual Alfonso fue reconocido como soberano independiente, aunque prometió ser un vasallo del papa y pagarle un tributo anual de 4 onzas de oro. En 1167, volvió la guerra. Alfonso venció en la conquista de parte de Galicia, pero en el intento de tomar Badajoz fue derrotado por las tropas de Fernando II de León (1169). Fernando era su cuñado, y estaba dispuesto a negociar debido a la invasión mora que era inminente y en la cual Portugal podría rendir una útil ayuda. Alfonso fue liberado con la promesa de que abandonara las zonas tomadas de Galicia

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